Era de madrugada y yo me quedé con mi viejo viendo un partido de clasificación para el mundial 2010. Argentina venía fatal y estaba en duda nuestra clasificación al Mundial, Maradona estaba en el banco como entrenador y el equipo no encontraba el camino. Necesitábamos ganar a Perú en casa y no perder de visitante con Uruguay. Se convocaron a muchos jugadores en ese ciclo,no había una idea de equipo. Se ganaba como se podía. Argentina incluso perdió un partido contra Bolivia en La Paz por 6-1...una vergüenza.

 

Teníamos que jugar contra Perú en el Monumental de River. El partido con el gol de Higuaín parecía encarrilado contra un rival menor, pero Argentina se fue quedando, no buscó el segundo. En la segunda parte empezó a llover torrencialmente, no se veía nada por televisión, los banderines de córner parecían que iban a salir volando en cualquier momento.

Y va Perú sobre el final y empata...silencio, todo el mundo en silencio o insultando a los jugadores. Nos quedábamos sin ir al Mundial, Argentina sin Mundial. Era impensado. Y en un arrebato Maradona puso en la cancha a un tipo que no era convocado desde hacía más de diez años: Martín Palermo. Argentina fue con lo que tenía, no se veía nada en la cancha y en una pelota que mete Insúa en el área, cruza mil piernas, nadie le da. Pero ahí estaba Palermo y la empuja...y gol, y locura y todo. Con el alma lo grité, abrazándome a mi viejo, no me importaba que hora era en España y si todos estaban durmiendo o no (son cinco horas de diferencia con Argentina). Y no terminó ahí la historia, no había terminado todavía el sufrimiento, Perú saca desde el centro del campo, tira y da en el travesaño...Tocó sufrir hasta el último segundo, pero al final en medio de esa lluvia torrencial, se alzó un titán de 35 años, que hacía más de diez que no era convocado, para meternos en el Mundial de Sudáfrica... Una locura.