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Muchos considerarán que Dani no era más que un futbolista, pero desde el instante en el que el futbolista traspasó el umbral de trascendencia correspondiente al ejercicio de su profesión, dejó de ser un mero deportista para convertirse en mito, ídolo y referencia de generación en generación. No cabe duda que su drástica y prematura partida, contribuyó a su conversión en mito, pero a medida que se investiga en el legado vital de su recuerdo presente, se descubren las innumerables razones por las que la gente perica y el fútbol jamás le olvidarán.

 

Dani fue uno de aquellos niños con el sentimiento perico clavado en el pecho, dotado de suficiente personalidad como para no dejarse atrapar por la poderosa llamada del Real Madrid o el Barcelona. Quizás por ello creció con la coraza característica de aquel que se siente diferente. Ser del Espanyol en Barcelona es abrir minoritarios caminos, nuevas veredas hacia la recordada Diagonal y el mítico Estadio Sarriá. Aquel templo perico en el que con timbre sonoro y hueco se cantaron goles de un equipo histórico pero modesto. Soñando caminos de la tarde, cantando a lo largo del sendero,  con el corazón atravesado por la espina de una pasión y en el eterno cristal de la leyenda, imborrables recuerdos blanquiazules, Jarque abrazó sus sentimientos al fútbol y a un chándal perico entre una marea azulgrana que le preguntaba ¿por qué?

 

Dani les respondió con firmeza: ¿Y por qué no?, para él existían numerosas razones para ser perico y, todas ellas confluían en lo que sentía en el centro de su corazón. Así fue como a los doce años dejó el CF Cooperativa de San Baudilio de Llobregat para abrazarse a la causa perica. Forjado en la cantera blanquiazul, debutó en Primera División en 2002, ante el Recreativo de Huelva. Tras alternar el filial con el primer equipo durante dos años se consolidó de la mano de Lotina en 2004. A partir de ese momento, el niño curtido desde la cuna en el sentimiento blanquiazul, demostró ser un central noble, de carrera elegante, y eficiente, que basaba su éxito en la colocación, la intuición, la rapidez y la anticipación. Un joven noble de enorme futuro que al otro lado del cristal y del camino, encontró grandes amigos, y especialmente uno azulgrana que compartió con él los valores éticos de la vida y la pasión por su profesión.

En su brevísimo periodo de existencia  tuvo tiempo para conseguir su primer título como profesional, la Copa del Rey de 2006, que el club blanquiazul ganó ante el Real Zaragoza y, disputar en Glasgow, en mayo de 2007 ante el Sevilla, la final de la Copa UEFA. En 2009 cuando Pochettino le entregó el brazalete de capitán, sintió que había llegado el momento para el que había estado luchando toda su vida. Lo supo Dani y lo supo la gente, ese futbolista con el nº21 a su espalda había nacido para ser capitán, capitán del Espanyol, para lucir con grandeza la bandera y sentimientos de un club con solera, para portar la historia en su antebrazo. Lo sintió como un orgullo, una recompensa a una vida entregada al club, una satisfacción redonda que le iba a permitir estrenar el brazalete en un campo nuevo como Cornellá. Un sueño por cumplir y un sueño cumplido una semana antes de la tragedia, aquella que sacudió el alma perica cuando en plena pretemporada, en el hotel de Coverciano (Florencia) una arritmia cardiaca detuvo para siempre el corazón de Dani Jarque. Pero aquella tarde blanquiazul que hundió su Sol en lapuerta nº21 de Cornellà-El Prat, puso en marcha el corazón de los suyos, que desde ese instante convirtieron a su capitán, a Dani Jarque, en un recuerdo eternamente presente.

 

Por todas estas razones Dani Jarque existe, no fue, ni será, simplemente es, sigue siendo capitán, pues todo aquel que porte el brazalete de capitán del Espanyol debe ser consciente que en ese trozo de tela hay un recuerdo bordado en la memoria de la gente. La puerta nº21 siempre está abierta al cielo, la icónica y estilizada figura de Dani en bronce es espejo de un sentimiento y pergamino que enseña a la siguiente generación los valores de lucha, fuerza, esfuerzo y nobleza. La nobleza de un capitán que transfigurado en la camiseta blanca de Andrés Iniesta se convirtió en recuerdo perdurable e inmortal. La muerte física nos puede sobrevenir y sorprender en cualquier instante, pero la muerte real no nos abordará realmente hasta que nuestros congéneres no sean capaces de recordarnos. Y pese a los cinco años transcurridos, Jarque sigue vivo y es recuerdo constantemente presente en la memoria perica, que lo manifiesta expresivamente cada minuto veintiuno de partido en Cornellá

El Capitán `Espanyol´

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