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Michel Platini no tenía precisamente un cuerpo atlético. Cuando formaba parte del Metz, por ahí del año 1972, el médico del club informó que Platini padecía insuficiencia cardíaca, además de una débil capacidad respiratoria.

Esto fue más que suficiente para que el Metz rechazara al galo, y eso que el médico no notó que él tenía tobillos rígidos que lo exponían a fracturas fáciles; por si fuera poco, el genio tenía tendencia a engordar y un amor tremendo por las pastas.

De cualquier modo, llegó la hora de su venganza, diez años después, poco antes de la Copa del Mundo organizada en España, Platini se desquitó, pues jugando con Saint Ettiene goleó al Metz por marcador de 9-2.

 

Dice Eduardo Galeano en su libro “El fútbol a sol y sombra” que Platini fue la combinación de lo mejor que ha tenido el fútbol francés. “Reunía la puntería de Justo Fontaine, que en el mundial del 58 metió 13 goles, un record jamás superado, y la movilidad y la astucia de Raymond Kopa”.

Platini ofrecía un recital de goles cada partido, goles exquisitos, de esos que cualquiera pensaría que no son ciertos, pero además era capaz de poner al público en sus manos con la capacidad que tenía para organizar el juego de todo su equipo. Con él en la cancha la selección francesa jugaba un fútbol armonioso y que se disfrutaba con cada toque de pelota, además cada jugada iba creciendo poco a poco.

En el mundial de 1982, Francia perdió contra Alemania en penales. Aquella ocasión se vivió un soberbio duelo entre Platini

y Rummenigge, dos futbolistas que hicieron historia en el fútbol, pero que nunca ganaron una Copa del Mundo. 

Para buena suerte del futbolista de ‘les bleus’  dos años después disputó la euro, jugó cinco partidos, hizo nueve goles

çy además se adjudicó el campeonato.

Hizo siete goles en tres partidos, de la ronda de grupos. Anotó el gol que le permitió a Francia superar la semifinal

en tiempos extras (ganaron 3-2 con su anotación) y enfrentar a España en el duelo por la copa, pero todo esto, sólo llevó a

Platini a estar intranquilo el 27 de junio de 1984, día en que se jugaría la final.

 

El capitán galo era un reflejo de lo que vivía la selección francesa aquel día, pues ver al líder intranquilo, también ponía de

nervios a los demás seleccionados, y cómo no iban a estarlo, si estaban a unas horas de confirmarse como la mejor selección

del continente europeo.

Aquel día en el Parque de los príncipes, los anfitriones demostraron su nerviosismo en los primeros instantes del duelo,

pues se olvidaron del espectáculo que solían brindar en la cancha.

 

Afortunadamente una jugada de Platini a los 12 minutos del segundo tiempo les devolvió la fe en ellos mismos. El camisa 10

le pegó a un tiro libre, el disparo fue colocado al ángulo inferior izquierdo, y el portero Luis Miguel Arconada la manoteó,

pero dejó que el esférico se le escurriera entre los brazos, teniendo mucho que ver en el primer gol del cuadro francés.

Ese fue el primero de los dos goles con los que los gallos vencerían a la ‘furia roja’  por 2-0.

Platini levantó el puño y se arrodilló, desapareció entre abrazos de sus compañeros. El francés había anotado por quinto partido consecutivo, él era el héroe de Francia. Arconada había ayudado en demasía, pero eso no importaba. Años después, con una gran sonrisa en el rostro Platini recordó esa jugada y dijo que “No puede reprocharse nada por ese gol. El cobro fue impecable”. Y de esta manera fue como Michel Platini se convirtió en una Leyenda de la Euro.

La Elegancia Francesa

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